Vuelta a casa

Tan pronto entré en casa sentí tu olor en ella. Miré por la puerta de la cocina. Allí estabas con esas bragas tan sexis, y con ése trasero de infarto, que me vuelvo un puto loco por ti. Me acerqué muy depacio, sin hacer ruido, aunque bien sabía que sabías sque había llegado. 

Agarré tu culo con las manos y empecé a mecer tus nalguitas.  Para mi deleite mi polla ya estaba bien dura, de solo verte, ahora con la tersura de tu piel, estaba tan cachondo que metertela era lo único que tenía en mente (como buena parte de mis días). Vaya tela el culazo que te gastas. Dejaste de amasar la comida, para darte la vuelta y mirarme la cara. Venía hambriento de ti y justo tu me estabas esperando. Tienes la capacidad única de saberme buscador de tu tesoro.
Te agarré de la mano y te tiré boca abajo en la cama. Te arranqué las bragas y te la metí desde atrás, te puse mirando más que para Cuenca para la ventana. Sujeté tus nalgas con las manos, para controlar los movimientos. Yo mando hoy. Te follaba sin parar adentrándome en ti una y otra vez, a mi forma y a velocidad. Hoy juego yo con mi jueguetito.

No paraba de empalarte. Sin parar, sin prisa pero sin pausa. No hay nada que más me excite que saberte deseosa de ser mía.

Ya me cansé de esta orientación y con una gestión rápida, y sin sacartela de dentro, cambié la orientación de nuestros cuerpos. Ahora yo te follaba desde abajo, tu espalda pegada a mi pecho y mi rabo, meciéndose en tu interior. Lo hago entrar y salir, despacito, sin dejar que acabe de estar fuera hasta que voy más rápido, para correrme en ti y contigo.

No hay nada como volver a casa.